
Este 25 de marzo de 2025 marca un hito histórico para el municipio de Zaragoza: se cumplen 100 años del inicio de la construcción del Palacio Municipal, un edificio que ha sido el corazón administrativo y simbólico de la comunidad. A lo largo de un siglo, esta sede ha presenciado transformaciones sociales, políticas y culturales que han dado forma a la identidad de Zaragoza.
Aunque no es ampliamente conocida por todos, esta fecha encierra una importancia fundamental en la historia local. La construcción del Palacio Municipal refleja no solo el crecimiento físico de la infraestructura pública, sino también la evolución de una sociedad que ha sabido adaptarse a los desafíos de su tiempo.
En sus primeros años como municipio, las oficinas de gobierno operaban desde el cuartel primero de la Villa, ubicado entre las calles de Zapata y Centenario, donde hoy se encuentra el Comité Ejidal. Este espacio representaba la conexión entre el poder municipal y los campesinos, quienes consideraban la tierra como un bien común y esencial para la vida comunitaria.
Fue en 1925 cuando un brote de tuberculosis provocó una disminución significativa de la población, lo que llevó a las autoridades a reevaluar las necesidades locales. Entre estas prioridades destacó la construcción de un nuevo edificio público que albergara los servicios municipales, así como la ampliación del Cementerio Municipal. Para financiar la obra, y con la autorización del entonces gobernador Aurelio Manrique, se estableció un sistema de recaudación mediante una cuota de $6.00 pesos por fracción municipal.
La nueva sede se levantó en la parte noroeste del Jardín Libertad durante la gestión del presidente interino José Arévalo. Los materiales utilizados, como la madera de Palo Gordo extraída de la Sierra de Álvarez, junto con arena y arcilla de los ríos cercanos, reflejaron el aprovechamiento de los recursos naturales disponibles en la región.
En 1928, bajo la administración del presidente Antonio Valero, el edificio experimentó importantes modificaciones. Se ajustaron las entradas principales y se instaló la Junta de Cabildo, un órgano clave para regular los conflictos más frecuentes de la época. Entre estos destacaban delitos como el robo de animales, la usura, los impagos, los ultrajes a mujeres e incluso actos de hechicería, que eran abordados con seriedad dentro de las normas sociales del momento.
Hoy, después de 100 años, la Presidencia Municipal de Zaragoza sigue siendo un símbolo de liderazgo, servicio y compromiso con la comunidad. Su arquitectura y su historia nos recuerdan los valores que han guiado al municipio a lo largo de las décadas: unidad, progreso y resiliencia.
Desde su construcción hasta nuestros días, el Palacio Municipal ha sido más que un edificio: es un testimonio vivo de nuestra identidad colectiva. Celebramos su historia con orgullo y renovamos nuestro compromiso de trabajar por un mejor mañana para todos los habitantes de Zaragoza.